viernes, 9 de septiembre de 2016

Décimo capítulo de "Volte di luna"

Tarde alrededor de seis meses actualizando este fanfic, pero lo juro no fue mi intención. Como siempre, ya se saben esa petorata de que no es que NO tenga tiempo o que NO tenga inspiración, es que vigilan hasta cómo respiro. Y no es lindo, padres que lean esto, por favor, no se pasen.

En cuanto al capítulo les diré que me divirtió un montón, es un poco más apresurado que el resto y aún mejor, tiene 22 páginas, esta posteado hace tres o dos días pero ahora fue que pude  sentarme a escribir (y eso que lo hago con lentes de sol, porque acabo de llegar del oftamologo y tengo las pupilas tan dilatadas como para ver en un cuarto oscuro como si fuera mediodía)
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Fragmento:

—Eres bueno ocultando cosas, Malfoy—tal vez Draco estaba muy ocupado pensando, pero Harry era más de no revolotear con tanta persistencia alrededor de problemas pequeños, se acercó con aquellos pasos ligeros que había adquirido durante su transformación hasta Draco para acurrucarse junto a él, estrechando sus cuerpos como un perfecto complemento, la costumbre de frotarse contra el cuello del dominante se había avivado con más fuerza en la semana, hacer eso era natural desde que a Draco  no le importaba la mirada inquisitiva de Remus cuando Harry aparecía con el cabello revuelto y su persistente olor marcado en la piel.
Draco aspiró el aroma de Harry, dulce, tal como un sumiso se suponía debía oler, la sensación de sus pulmones embriagándose con aquel aroma lo hacía relajarse. Al contrario del sumiso sabía que su aroma era más fresco y terroso, Harry había dicho una vez que olía a lluvia.
 —Pero lo dudo mucho de mí—siguió Harry—¿Cómo podré disimular que ahora me gusta el filete medio crudo con toda la escuela siempre observándome?
Draco rió, su voz profunda resonando en su caja torácica, el Gryffindor podía sentir las vibraciones bajo su mejilla, donde apoyaba su peso contra el pecho del dominante, como todo lo que venía de Draco; la sensación provocada era reconfortante.
 —Tal vez deberías dejar de comerlo en presencia de otros en primer lugar.
Harry hizo una mueca, sopesando la propuesta.
—Nunca.
Un pequeño silencio cómodo se extendió por unos minutos, a través de las ventanas los brazos del calamar gigante se enrollaban alrededor de la poca vista que dejaba ver las negras aguas heladas del lago, era una bonita vista, pacífica y callada.
No tendrían eso cuando llegaran el resto de los alumnos.
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