Segundo capítulo
Imagen de DominikANTRAX |
¿Qué clase de milagro es este? ¿Se acaba el mundo? ¡Actualice en una semana!
Pero hablando enserio, lo prometí, todos los jueves la actualización de este pequeño Frakensteins, así que disfrútenlo, porque pronto empezare clases en la universidad y me verán tan poco que los arcoiris serán más usuales.
Fragmento del capítulo:
El recuerdo más vivido en la infancia de Draco estaba tan marcado en su memoria que revivirlo era una acción fácil de llevar a cabo. Era una tarde de verano, cálida y apacible, en el viñedo de Maison Malfoy cerca de la costa al sur de Francia, las olas suaves se oían en la lejanía chocar contra las rocas y el rocío de la lluvia de verano acariciaba las hojas de las fragantes uvas maduras.
A Narcissa y Lucius les gustaba pasear en las tardes por el lugar, charlaban sobre trivialidades con sus ojos iluminados por el otro mientras Draco robaba uvas y se entretenía en jugar. Era una costumbre que se repetía a menudo desde que dejaron Inglaterra, al recluirse en Francia estaban más limitados del mundo exterior, pero disfrutaban de un ambiente tranquilo cerca de Tolón en donde criar a su hijo.
—Madre—el pequeño rubio rodeó a Narcissa hasta que esta le prestó atención—¿Es cierto que debo casarme con Colette?
Narcissa había reído ante la pregunta con tanto encanto a como acostumbraba.
—¡Por supuesto que no! —Ella se carcajeó.
—Por amor a Merlín ¿Quién te ha dicho tremenda estupidez? —Lucius chistó, sus manos enguantadas apretaron con fuerza su bastón, se paró rígido en una postura que exigía respuestas a pesar de ya presentir cual seria.
—Colette—el niño respondió con sencillez.
—Escucha bien, Draco—La dulce voz cantarina de Narcissa era tan suave como sus manos, a la edad de siete años él pensaba que su madre era la mujer más hermosa que pudiera haber existido—Tú no eres un niño común.
—Lo sé—bufó—Soy un mago, soy un Malfoy.
Aunque pareciera inaudito, incluso Lucius soltó una risilla.
—No, Draco. Eres más que eso—su padre le palmeó el hombro con cariño—Tu madre y yo tenemos sangre Veela en nuestros ancestros, está tan profundamente ligada a nuestra herencia como nuestra magia.
—¿Y eso que tiene que ver con Colette? ¿Ser una vela me ayudará? —instruido en clases de magia desde una tierna edad, incluso sobre criaturas mágicas, Lucius no podía creer como su hijo confundía a sus honorables ancestros con una simple vela.
—Por Morgana, no—el hombre exclamó—¿Qué es lo que ese profesor de pacotilla le enseña a nuestro hijo, Narcissa?
—No han llegado a esa lección, Lucius—Le amonestó ella, su delicado ceño fruncido podía ser de formar perfecta una advertencia—Mi pequeño príncipe, Draco. Un Veela es una criatura mágica, y por lo tanto la magia escoge a sus parejas, Colette no puede insistir en casarse contigo porque serás sólo tú el que conozca a tu pareja—las suaves manos de Narcissa le acariciaron la barbilla. Draco, confundido, frunció la nariz y arrugó los labios.
—¿Y si esa persona no es de mi agrado?
La vocecilla inocente hizo que la Señora Malfoy suspirara, enternecida por su hijo.
—Le amarás—le respondió su padre en un marcado inglés, contrastaba con el flexible francés con el cual hablaba de forma habitual—Le amarás con tanta fuerza que darías la vida por ella y todo lo que le conforme.
—Supongo que eso será suficiente excusa para Colette—el vestido de Narcissa fluctuaba por el viento, desde la visión de su hijo ella parecía un ángel hermoso iluminado por los rayos de sol que atravesaban el viñedo, divina e intocable.
Draco no estaba muy convencido, sus padres no conocían del todo a Colette Bossieu. Era la caprichosa hija de un Ministro francés, un año mayor que el mismo Draco y lo quería como esposo ¡No podía simplemente decirle a la niña obstinada que ella no era su pareja!
Dando por acabada la conversación Lucius revisó su reloj de mano, apuntó la hora y señaló que era momento de la merienda, se dispusieron a volver sobre sus pasos y cargar a Draco en sus brazos hasta que el niño preguntó algo más.
—Espera—la pequeña manito golpeteó el pecho de su padre—¿Cómo se casaron tú y mamá si no son ustedes quiénes eligieron? ¿No fue por sus familias,por la sangre pura?
Con su corazón apretado por la ternura Narcissa estampó un beso en la mejilla sonrosada de su hijo.
—La sangre elige cariño, y la sangre llama.
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