lunes, 14 de septiembre de 2015

Tercer Capítulo de "Breath of life"

Tom es un hombre oscuro, por eso es complicado tratar de describirlo a la perfección sin sonar muy cruda.  Pero me encanta el tono que toma este fic cada vez que hago un confortamiento.  Se siente real, como una verdadera guerra.

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Fragmento:

Harry sintió que toda la sangre que sostenía su cuerpo se esfumaba de improvisto a penas Riddle se acercó hasta él, con pasos lentos, calculados, sus ojos filosos recorriéndole con verdadera atención,  él  extendió un brazo hasta la mejilla de Harry y con sumo cuidado acaricio su mandíbula, Harry respingo.

—Mi pequeño travieso— una sonrisa oscura cubrió el rostro de Tom y Harry, con los pelos de punta, no tuvo fuerzas para siquiera musitar alguna respuesta ingeniosa—Al parecer no eres tan fácil de domar, ¿Qué tengo que hacer para que dejes de dar problemas?—gruñó—¿Matar a tus amigos? ¿Quemar Hogwarts frente a tus ojos? Dímelo— la mueca que antes se había hecho pasar por una sonrisa ahora solo era un expresión sombría, su voz suave sonaba como una fría canción de pesadillas —Estoy seguro que puedo destruir cada cosa que tenga más mínimo aprecio en esta tierra. Oh, tal vez es eso, quieres algo... vamos dilo, todo lo que pidas serán ordenes en este palacio—los suaves dedos en su barbilla de incrustaron de improvisto— ¡¿Es así como dejaras de ser un mocoso malcriado?!

El tono de voz de Riddle crecía cada vez más, era francamente aterrador si eras aquella persona que Tom tenía asida del brazo  y a la que gritaba, con su tenor ronco violento para el oído. A pesar de ello Harry logró encontrar palabras.

—No me voy a rendir, nunca, Voldemort.

Eso solo hizo crecer la rabia de  Tom, porque soltó a Harry de un tirón haciéndolo tropezar y caer en la silla donde antes había estado sentado. Con cierto aire oscuro en sus ojos, tomó el brazo derecho de una de las mucamas de Harry, la chica gritó aterrada, sin dudar, derramo amargas lagrimas  en un quejosos  rogar por su vida.

—Mírala, Potter— siseó Riddle, la varita que había torturado a Ginny ya estaba en ristre en sus manos. Vivian apenas podía sostenerse de pie, sus gritos pedían clemencia. Tom alzó el brazo de la muchacha, un marca hecha a fuego resaltaba sobre la piel blanca—Su brazo derecho tiene una marca, la has visto antes. Ella es hija de Muggles, todos los hijos de Muggles ahora son sirvientes ¡Una escoria que puedo matar si me es conveniente! Tienen una marca mágica que los encadena a sus propietarios ¿Lo ves? Ella ya perdió sus esperanzas, aunque, tal vez no quiera morir...

La varita de Tom acarició la yugular de Vivian, que sollozaba temblorosa, las menudas suplicas de Esther también se escuchaban de fondo.

Algo en Harry se rompió, lento, como un vaso viejo que de repente se encontró con su límite.

Ya basta... ¡Lo sé! ¡Sé que no tengo escapatoria! ¡Sé que no vas a permitir que huya! ¡LO SÉ! ¿Estás feliz, Tom? ¡LO SÉ!— Harry apretó sus brazos alrededor de su propia figura temblorosa, por primera vez se permitió colapsar frente a su enemigo,  intento no llorar, pero las lagrimas gruesas traspasaron sus parpados sin mayor problema mientras se hacia un ovillo en las silla— Ya basta, por favor, ya basta. 
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