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Fragmento:
Harry
sintió que toda la sangre que sostenía su cuerpo se esfumaba de improvisto a
penas Riddle se acercó hasta él, con pasos lentos, calculados, sus ojos filosos recorriéndole con verdadera atención,
él extendió un brazo hasta la
mejilla de Harry y con sumo cuidado acaricio su mandíbula, Harry respingo.
—Mi
pequeño travieso— una sonrisa oscura cubrió el rostro de Tom y Harry, con los
pelos de punta, no tuvo fuerzas para siquiera musitar alguna respuesta
ingeniosa—Al parecer no eres tan fácil de domar, ¿Qué tengo que hacer para que
dejes de dar problemas?—gruñó—¿Matar a tus amigos? ¿Quemar Hogwarts frente a
tus ojos? Dímelo— la mueca que antes se había hecho pasar por una sonrisa ahora
solo era un expresión sombría, su voz suave sonaba como una fría canción de
pesadillas —Estoy seguro que puedo destruir cada cosa que tenga más mínimo
aprecio en esta tierra. Oh, tal vez es eso, quieres algo... vamos dilo, todo lo
que pidas serán ordenes en este palacio—los suaves dedos en su barbilla de
incrustaron de improvisto— ¡¿Es así como dejaras de ser un mocoso malcriado?!
El
tono de voz de Riddle crecía cada vez más, era francamente aterrador si eras
aquella persona que Tom tenía asida del brazo
y a la que gritaba, con su tenor ronco violento para el oído. A pesar de
ello Harry logró encontrar palabras.
—No
me voy a rendir, nunca, Voldemort.
Eso
solo hizo crecer la rabia de Tom, porque
soltó a Harry de un tirón haciéndolo tropezar y caer en la silla donde antes
había estado sentado. Con cierto aire oscuro en sus ojos, tomó el brazo derecho
de una de las mucamas de Harry, la chica gritó aterrada, sin dudar, derramo
amargas lagrimas en un quejosos rogar por su vida.
—Mírala,
Potter— siseó Riddle, la varita que había torturado a Ginny ya estaba en ristre
en sus manos. Vivian apenas podía sostenerse de pie, sus gritos pedían
clemencia. Tom alzó el brazo de la muchacha, un marca hecha a fuego resaltaba
sobre la piel blanca—Su brazo derecho tiene una marca, la has
visto antes. Ella es hija de Muggles, todos los hijos de Muggles ahora son
sirvientes ¡Una escoria que puedo matar si me es conveniente! Tienen una marca
mágica que los encadena a sus propietarios ¿Lo ves? Ella ya perdió sus
esperanzas, aunque, tal vez no quiera morir...
La varita
de Tom acarició la yugular de Vivian, que sollozaba temblorosa, las menudas
suplicas de Esther también se escuchaban de fondo.
Algo en
Harry se rompió, lento, como un vaso viejo que de repente se encontró con su límite.
—Ya
basta... ¡Lo sé! ¡Sé que no tengo escapatoria! ¡Sé que no vas a permitir que
huya! ¡LO SÉ! ¿Estás feliz, Tom? ¡LO SÉ!— Harry apretó sus brazos
alrededor de su propia figura temblorosa, por primera vez se permitió colapsar
frente a su enemigo, intento no llorar,
pero las lagrimas gruesas traspasaron sus parpados sin mayor problema mientras
se hacia un ovillo en las silla— Ya basta, por favor, ya basta.
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