-
Fragmento:
Era de mañana y se encontraba en una
habitación desconocida, elegante pero sencilla, sin candelabros gigantes o
decoraciones opulentas, frente a una
mesita de té Harry no sabía cómo había
llegado allí, enseguida notó que había otra persona en el lugar. Era una chica,
la misma que había visto es su sueño de El Ministerio, su cabello seguía igual
de negro, sus pestañas frondosas y el
rostro angelical, pero su figura lucia más pequeña, los contornos de la
cara infantiles y sus ojos rojos
brillantes. Estaba sentada frente a él, mirándolo con fijeza, llevaba un
vestido de color claro que resaltaba su piel pálida.
—¿Despertaste?—la chiquilla balanceó
sus pies cubiertos por botas de tacón. La puerta abierta de fondo daba a un
jardín amplió, dejaba entrar una brisa que ondeaba el cabello negro de la niña,
mucho más corto que su anterior sueño—¿No te encanta el lugar?
Hablar era difícil, Harry lo
descubrió al intentar abrir los labios así que se esforzó para poder emitir una
pregunta correcta.
—¿Dónde estamos?
La niña abrió grande sus ojos rojos, sorprendida por
la pregunta.
—No lo sé, tú me trajiste aquí—ella
parecía muy correcta, con sus manos puesta sobre su regazo y su espalda recta,
en cambio daba la impresión de tener la
mirada extraviada—, ¿No deberías saberlo?
El moreno negó, un fuerte sentimiento
de inseguridad aferrado a su pecho mezclado con la inexplicable añoranza que le
habría embargado la vez anterior.
—Creo que es el limbo—ella siguió su
explicación—, no recuerdo que estaba
haciendo antes de llegar, o quién era, todo es muy confuso aquí. Sé que espero
algo, pero no sé qué o quién es—frunció
el ceño, sus ojos parpadearon como si algo la hubiese golpeado sin previo
aviso—A veces… oigo voces, me están llamando.
-
Leer en: