martes, 6 de marzo de 2018

Próximo fanfic: Anarquía

Adelanto:

Anarquía

Resumen:
Ya ha pasado mucho desde que Zero cuida de Yuuki, una niña que sufre el mismo trastorno post-traumático que él. Sin ningún recuerdo de sus vidas pasadas, ellos están aislados  del resto del mundo por su propio bienestar. Hasta que un hombre llamado Kaname, se presenta en busca de Yuuki, y desata el pasado que Zero nunca se molestó en recordar.


Fragmento:
Publicado sin revisión u beteo.
(...)
El día de Zero estuvo bien, nevaba afuera y Yuuki estaba entretenida con la televisión, su medicamento no había dado muchas complicaciones los últimos días. Nada más que nauseas y unos cuantos mareos, nada fuera de lo usual.
Con un libro en su regazo que probablemente había leído unas cincuenta veces Zero dejaba pasar una tarde perezosa, Yuuki estaba entretenida balanceando sus pies sobre la alfombra viendo alguna caricatura inocente sobre un ciervo llamado Bambi, los canales permitidos en el televisor panzón estaban restringidos por horas y números, la niña suspiro viendo el follaje colorido que adornaba la pantalla, el cervatillo jugó en el lugar con el mismo entusiasmo que lo hubiese hecho Yuuki.
—Yo quiero ver flores señor Zero, como esas. –ella señaló, encantada, su pequeña carita extasiada, los ojos burdeos enmarcados por la maravilla infantil.
—Sí—le respondió con sequedad, aburrido del programa y el libro.
Yuuki bufó, volteó de nuevo a la pantalla con un puchero y el ceño fruncido por ser ignorada.
Nunca habían visto las tan famosas flores, los lugares de refugio siempre habían sido sitios áridos, sin mucha vida, apartados de lo que algunos programas y cuentos infantiles se suponía eran los pueblos y ciudades.
“Es por su protección” siempre decía Miriam.
—Señorita, es hora de su baño—la anciana domestica  anunció la sentencia desde la cocina, Yuuki sollozó.
— ¡Sálveme señor Zero! — Saltando a su regazo Yuuki intentó resguardarse de la mirada calculadora de Miriam— ¡Yuuki no quiere bañase! ¡Hace frío!
Zero suspiró en busca de paciencia, la niña se acurrucó en su regazó intentando, en su inocencia, desaparecer  tras los brazos del muchacho.
—¡Ha hecho frío toda la temporada, estamos en las montañas! —rezongó la domestica con los brazos en jarra, su mantel lleno de puré y jugo de frambuesa.  Estaba preparando la cena y según el olfato de Zero sería una buena comida –, baje ahora del regazo del señor Zero, pida disculpas y alístese para darle un baño.
—¡No!— Yuuki buscó escapar entrando dentro del sweater de Zero, el bufó.
—Muy bien mocosa, haremos algo simple, —la sacó de su sweater y con la poca paciencia que descubrió podía tener, le habló lentamente—, yo te bañare pero te portaras bien, comerás todo e iras a la cama temprano, sin compañía.
—¡Yuuki lo promete!— asintió con entusiasmo, por alguna razón a  Yuuki le fascinaba ser bañada por Zero, tal vez porque según las palabras de Miriam eran algo que técnicamente estaba prohibido hacer  y, por disfrutar de la dulce sensación de llevar la contraía, lo deseaba por ello o sólo por que la niña parecía encontrar alguna fascinación en su carácter gruñón.
—Muy bien, ve a alistar la bañera—suspiró,  odiaba bañarla, el agua y los chapoteos, el probable riesgo de ser empapado en jabón y burbujas, era terrible. La niña obedeció saltando con entusiasmo hasta el segundo piso.
(...)

PRÓXIMAMENTE

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