Adelanto:
Anarquía
Resumen:
Ya ha pasado
mucho desde que Zero cuida de Yuuki, una niña que sufre el mismo trastorno
post-traumático que él. Sin ningún recuerdo de sus vidas pasadas, ellos están
aislados del resto del mundo por su
propio bienestar. Hasta que un hombre llamado Kaname, se presenta en busca de
Yuuki, y desata el pasado que Zero nunca se molestó en recordar.
Fragmento:
Publicado sin revisión u beteo.
(...)
El día de Zero estuvo bien, nevaba afuera y Yuuki estaba
entretenida con la televisión, su medicamento no había dado muchas
complicaciones los últimos días. Nada más que nauseas y unos cuantos mareos,
nada fuera de lo usual.
Con un libro en su regazo que probablemente había leído
unas cincuenta veces Zero dejaba pasar una tarde perezosa, Yuuki estaba
entretenida balanceando sus pies sobre la alfombra viendo alguna caricatura
inocente sobre un ciervo llamado Bambi, los canales permitidos en el televisor
panzón estaban restringidos por horas y números, la niña suspiro viendo el
follaje colorido que adornaba la pantalla, el cervatillo jugó en el lugar con
el mismo entusiasmo que lo hubiese hecho Yuuki.
—Yo quiero ver flores señor Zero, como esas. –ella señaló,
encantada, su pequeña carita extasiada, los ojos burdeos enmarcados por la
maravilla infantil.
—Sí—le respondió con sequedad, aburrido del programa y el
libro.
Yuuki bufó, volteó de nuevo a la pantalla con un puchero y
el ceño fruncido por ser ignorada.
Nunca habían visto las tan famosas flores, los lugares de
refugio siempre habían sido sitios áridos, sin mucha vida, apartados de lo que
algunos programas y cuentos infantiles se suponía eran los pueblos y ciudades.
“Es por su protección”
siempre decía Miriam.
—Señorita, es hora de su baño—la anciana domestica anunció la sentencia desde la cocina, Yuuki
sollozó.
— ¡Sálveme señor Zero! — Saltando a su regazo Yuuki intentó
resguardarse de la mirada calculadora de Miriam— ¡Yuuki no quiere bañase! ¡Hace
frío!
Zero suspiró en busca de paciencia, la niña se acurrucó en
su regazó intentando, en su inocencia, desaparecer tras los brazos del muchacho.
—¡Ha hecho frío toda la temporada, estamos en las montañas!
—rezongó la domestica con los brazos en jarra, su mantel lleno de puré y jugo
de frambuesa. Estaba preparando la cena
y según el olfato de Zero sería una buena comida –, baje ahora del regazo del
señor Zero, pida disculpas y alístese para darle un baño.
—¡No!— Yuuki buscó escapar entrando dentro del sweater de
Zero, el bufó.
—Muy bien mocosa, haremos algo simple, —la sacó de su
sweater y con la poca paciencia que descubrió podía tener, le habló
lentamente—, yo te bañare pero te portaras bien, comerás todo e iras a la cama
temprano, sin compañía.
—¡Yuuki lo promete!— asintió con entusiasmo, por alguna
razón a Yuuki le fascinaba ser bañada
por Zero, tal vez porque según las palabras de Miriam eran algo que
técnicamente estaba prohibido hacer y,
por disfrutar de la dulce sensación de llevar la contraía, lo deseaba por ello o
sólo por que la niña parecía encontrar alguna fascinación en su carácter
gruñón.
—Muy bien, ve a alistar la bañera—suspiró, odiaba bañarla, el agua y los chapoteos, el
probable riesgo de ser empapado en jabón y burbujas, era terrible. La niña
obedeció saltando con entusiasmo hasta el segundo piso.
(...)
PRÓXIMAMENTE
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